¿Qué es adaptación al Cambio Climático?
La adaptación al cambio climático se considera como una serie de medidas de adaptación o ajustes en los sistemas naturales, humanos, productivos e infraestructura estratégica frente a estímulos climáticos reales o proyectados. (Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), 2017). Se trata de respuestas a los efectos de los cambios climáticos a cualquier ajuste, sea pasivo, reactivo o anticipatorio, aplicado para mejorar las consecuencias previstas o reales asociadas con los cambios climáticos. (Ramírez, 2011)
Mitigar es un concepto frecuentemente usado en el contexto de la gestión de riesgos, significa tomar acciones para reducir los efectos de un desastre antes de que este ocurra. En términos de las medidas de mitigación frente al cambio climático, toda intervención humana para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y/o la mejora de las fuentes de captura de carbono. (Ramírez, 2011)
La mitigación del cambio climático ha recibido tradicionalmente mayor atención que la adaptación, tanto desde el punto de vista científico como desde el normativo. La razón más importante radica en la capacidad de la mitigación para reducir los impactos sobre todos los sistemas sensibles al clima, mientras que la adaptación tiene un potencial limitado para muchos sistemas. Sin embargo, la mitigación y la adaptación son complementarias y no constituyen alternativas mutuamente excluyentes, ya que sus características, escala temporal, espacial y económica, así como los agentes implicados son en gran medida distintos. La figura 1 muestra el proceso de respuesta de adaptación y mitigación al cambio climático.

En la literatura es posible encontrar diferentes definiciones de adaptación que pueden tener diversas implicaciones en la práctica; se enuncian a continuación:
- Es un proceso mediante el cual se mejoran, desarrollan e implementan estrategias para aliviar, tolerar y también aprovechar las consecuencias de los eventos climáticos (PNUD, 2005)
- Ajuste en sistemas naturales o humanos en respuesta a estímulos climáticos actuales o esperados, o sus efectos, que moderan el daño y aprovechan las oportunidades benéficas (IPCC, 2001)
- Etapas prácticas para proteger países y comunidades de las perturbaciones y daños previsibles que resultarán de los efectos del cambio climático (CMNUCC).
El mundo ya está experimentando cambios en la temperatura media, cambios en las estaciones y una frecuencia cada vez mayor de fenómenos meteorológicos extremos y otros efectos del cambio climático, así como de fenómenos de aparición lenta. Cuanto más rápido cambie el clima y más tiempo se pospongan los esfuerzos de adaptación, más difícil y costoso podría ser.
La adaptación se refiere a los ajustes en los sistemas ecológicos, sociales o económicos en respuesta a estímulos climáticos reales o previstos y sus efectos o impactos. Se refiere a cambios en los procesos, prácticas y estructuras para moderar los daños potenciales o para beneficiarse de las oportunidades asociadas con el cambio climático. En términos sencillos, los países y las comunidades necesitan desarrollar soluciones de adaptación e implementar acciones para responder a los impactos del cambio climático que ya están ocurriendo, así como prepararse para los impactos futuros.
Las soluciones de adaptación adoptan muchas formas y modalidades, dependiendo del contexto único de una comunidad, empresa, organización, país o región. No existe una solución única que pueda abarcar desde la construcción de defensas contra inundaciones, el establecimiento de sistemas de alerta temprana para ciclones y el cambio a cultivos resistentes a la sequía, hasta el rediseño de los sistemas de comunicación, las operaciones comerciales y las políticas gubernamentales. Muchas naciones y comunidades ya están tomando medidas para construir sociedades y economías resilientes, pero se necesitarán una acción y una ambición considerablemente mayores para gestionar los riesgos de manera rentable, tanto ahora como en el futuro.
El éxito de la adaptación no sólo depende de los gobiernos, sino también de la participación activa y sostenida de las partes interesadas, incluidas las organizaciones nacionales, regionales, multilaterales e internacionales, los sectores público y privado, la sociedad civil y otras partes interesadas pertinentes, así como de la gestión eficaz de los conocimientos. La adaptación a los impactos del cambio climático puede llevarse a cabo en varias regiones, sectores y niveles.
Las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) y su Acuerdo de París reconocen que la adaptación es un desafío mundial al que se enfrentan todos los que tienen dimensiones locales, subnacionales, nacionales, regionales e internacionales. Proteger a las personas, los medios de subsistencia y los ecosistemas es un componente clave de la respuesta mundial a largo plazo al cambio climático. Las Partes reconocen que las medidas de adaptación deben seguir un enfoque participativo, plenamente transparente, dirigido por los países, que tenga en cuenta las cuestiones de género y que tenga en cuenta a los grupos, comunidades y ecosistemas vulnerables, y que se base en la mejor ciencia disponible y, según proceda, en los conocimientos tradicionales, los conocimientos de los pueblos indígenas y los sistemas de conocimientos locales, y se guíe por ellos, con miras a integrar la adaptación en las políticas y medidas socioeconómicas y ambientales pertinentes (UNFCCC, 2020).
El ciclo de adaptación bajo el régimen de cambio climático de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), incluye cuatro componentes generales, que se presentan en la figura 2.

La figura 3 ilustra varios conceptos importantes de la adaptación, con base en las características del clima en una serie hipotética en el tiempo (Füssel, 2007). Se muestra una serie temporal hipotética de una variable climática que podemos suponer como la lluvia. Se asume que la comunidad objetivo se encuentra bien adaptada en un rango específico de esta variable climática, que se denota como “rango de tolerancia”, pero es vulnerable a las condiciones climáticas fuera de este rango. Por ejemplo, la baja o insuficiente precipitación puede causar daños a los cultivos, mientras que demasiada precipitación puede provocar desbordamiento del río e inundaciones.

En este ejemplo hipotético se supone que una ampliación del rango de tolerancia es posible, pero costosa. La población se pregunta si E1 es todavía una expresión de la variabilidad natural o si es ya un presagio de que el clima sufrirá más cambios o cuáles están por venir. En la primera situación, la comunidad estaría dispuesta a aceptar el daño debido a que el periodo de retorno de un evento similar sería muy largo. En el segundo caso,
La comunidad se prepararía para realizar una ampliación costosa de su rango de tolerancia debido a que un “evento inusual” como E1 sería cada vez más “normal” en el futuro.
La aplicación de esta adaptación lleva hasta T3, cuando el rango de tolerancia se extiende de manera efectiva. Poco después de T3, otro evento extremo E2 se produce. Este evento es más fuerte que E1 pero aún dentro del rango de tolerancia ampliada. Por lo tanto, la adaptación ha evitado daños sustanciales que de otra manera hubieran ocurrido. A medida que el clima continúa cambiando, se produce un caso todavía más extremo, un evento E3, que supera incluso el rango de tolerancia extendida, causando daños considerables a pesar de la adaptación anterior. En este punto, la comunidad se enfrenta a la pregunta si desea aceptar el aparentemente aumento de los riesgos o la conveniencia de emprender una adaptación más costosa.
Varias lecciones importantes pueden extraerse de este ejemplo:
- Cuando la vulnerabilidad está vinculada a eventos extremos, la variabilidad natural del clima y el cambio climático antrópico deben ser considerados conjuntamente, porque los riesgos surgen de la combinación de los dos.
- Las necesidades de adaptación surgen a menudo (pero no siempre) a partir de los fenómenos extremos y no de las condiciones climáticas medias.
- La distinción entre la adaptación reactiva y la proactiva puede ser difusa en la práctica. En el ejemplo, la decisión en T2 para adaptar fue provocada por el evento extremo anterior, pero fue tomada en gran medida como una anticipación de más cambios con alto riesgo en el futuro.
- La adaptación al cambio climático es un proceso continuo. En el ejemplo, la adaptación fue eficaz durante un tiempo, hasta que se produjo el evento E3. En ese momento, el clima había cambiado tanto que la adaptación adicional habría sido necesaria para evitar daños mayores.
- La información exacta sobre el cambio climático futuro reduce a menudo los costos totales de adaptación. Si la información fiable sobre el cambio climático a lo largo del tiempo hubiera estado disponible en T2, la comunidad hubiera podido decidir si aumentaba el rango de tolerancia aún más (por ejemplo, mediante la construcción de una presa más grande), evitando así los daños causados por el E3 y/o los costos adicionales de adaptación.
Con base en el ejemplo presentado, se concluye que la adaptación planificada al cambio climático consiste en el uso de información presente y futura con la finalidad de facilitar la revisión de la idoneidad de las prácticas actuales y las previstas, políticas e infraestructura. La planificación de la adaptación implica responder las siguientes interrogantes: ¿cómo van a diferir las condiciones climáticas y no climáticas en el futuro de las del pasado?, ¿son los cambios esperados importantes para las decisiones actuales?, ¿cuál sería el equilibrio adecuado entre los riesgos de actuar (muy) temprano y los de actuar (muy) tarde?. (Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), 2017)
Según Smit et al. (2000), pueden distinguirse dos tipos de adaptación: 1) la adaptación reactiva y 2) la adaptación anticipada.
La adaptación reactiva es aquella en la que se reacciona de manera posterior a los impactos adversos del cambio climático. La segunda, es decir la adaptación anticipada, consiste en tomar medidas antes de que se produzcan los impactos con el fin de reducir la vulnerabilidad a sus efectos y limitar las consecuencias adversas o para tomar ventaja de ellos. Por ejemplo, la evacuación de personas de una zona inundada y su reubicación en una zona segura se considera que es la adaptación reactiva, mientras que cambiar el plan de uso del suelo en previsión de futuras inundaciones se considera una adaptación anticipada.
La distinción entre la adaptación reactiva y la adaptación anticipada es muy importante en términos de políticas públicas, porque las motivaciones de estos dos tipos de adaptación son diferentes. La adaptación anticipada (como la mitigación) utiliza los recursos que existen en la actualidad para prevenir posibles crisis en el futuro o para tomar ventaja de los cambios en el clima. Por otro lado, la adaptación reactiva utiliza recursos para hacer frente a eventos en el momento en que ocurren. En la práctica, las decisiones de política son a menudo más fáciles de tomar después de una crisis. Sin embargo, el costo de las acciones preventivas es frecuentemente menor que el costo de las acciones reactivas. Por ejemplo, un sistema de alerta probablemente habría hecho posible limitar la pérdida de vidas humanas relacionadas con el tsunami de 2004 en el océano Índico (Athukorala y Resosudarmo, 2005), pero este tipo de sistema sólo se creó después del evento. De la misma manera, en un análisis comparativo, Hallegatte (2010) demuestra que la gestión del riesgo únicamente reactiva en Nueva Orleans conduce a catástrofes cada vez más graves y costosas, mientras que la gestión de riesgos proactiva en Holanda ha hecho posible dicha gestión durante más de medio siglo. (Instituto Mexicano de Tecnología del Agua (IMTA), 2017)
Según Levina y Tirpak (2006), otros tipos de adaptación son los siguientes:
- La adaptación autónoma, también llamada “espontánea”: es aquella que no constituye una respuesta consciente a los estímulos climáticos, sino que depende de los cambios ecológicos en los sistemas naturales y por los cambios del mercado o de bienestar en los sistemas humanos.
- La adaptación planificada: aquella que es el resultado de una decisión política deliberada, basada en el hecho de que las condiciones han cambiado o están a punto de cambiar y que es necesario actuar para volver a mantener o lograr un estado deseado.
- La adaptación privada: como su nombre lo indica, es iniciada y ejecutada por individuos, hogares o empresas privadas. Generalmente, se sustenta en el interés propio del actor.
- La adaptación pública: aquella que se inicia e implementa por los gobiernos en todos los niveles. Además, se dirige sobre todo a las necesidades colectivas.