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Los ecosistemas contribuyen al bienestar humano mediante la generación de una amplia variedad de funciones, las cuales son definidas como la capacidad de proveer servicios que satisfagan a la sociedad (de Groot et al., 2002). Los términos funcionamiento ecológico y funciones de los ecosistemas han sido frecuentemente usados indistintamente. Sin embargo, mientras que el funcionamiento ecológico -el conjunto de los procesos ecológicos- es inherente a las propiedades intrínsecas de los ecosistemas; las funciones de los ecosistemas son entendidas desde una perspectiva antropocéntrica como la potencialidad de generar servicios a la sociedad. De Groot et al. (2002) clasifica las funciones de los ecosistemas en cuatro categorías, de las cuales las tres últimas dependen de las funciones de regulación:
Para cada uno de estos tipos de funciones, es posible identificar diferentes usos o aprovechamientos que el hombre hace de los ecosistemas, bien sea consciente o inconscientemente y/o de manera directa o indirecta. Al beneficio obtenido por el ser humano, se le denomina servicios de los ecosistemas.
En general, se consideran tres categorías de servicios: abastecimiento, regulación y culturales:
El Lago de Tota proporciona gran variedad de bienes y servicios ecosistémicos de importancia para que las comunidades humanas puedan resistir a los efectos del Cambio Climático. Están representados principalmente en la provisión de agua, regulación de regímenes hídricos, almacenamiento de carbono en el suelo y asegurar la provisión de alimentos, sumado al desarrollo de actividades económicas para la comunidad de la Cuenca.